Lamentablemente, en las últimas semanas hemos sido testigos de situaciones cada vez más violentas en las calles, frente a establecimientos educacionales, en los centros de salud e incluso en eventos deportivos. Hace unas semanas, se suspendió un clásico del fútbol chileno debido a incidentes generados por asistentes que lanzaron fuegos artificiales a la cancha. Asimismo, se ha interrumpido hasta la rutina de nuestros escolares por eventos asociados al narcotráfico y bandas criminales.
¿Qué nos está pasando? Existe una leyenda Cherokee que, de alguna manera, grafica esta situación. La historia trata sobre dos fuerzas que habitan en el corazón de cada persona: dos lobos. Uno representa la ira, la avaricia y la arrogancia; el otro es la bondad, el amor, la esperanza y la compasión. El nieto le pregunta al sabio: “¿quién gana?”, a lo que el abuelo le responde “aquel al que tu elijas alimentar”.
No podemos normalizar la violencia, menos en aquellos espacios que precisamente buscan potenciar tanto la salud física como la mental. Asimismo, según la evidencia existente, el deporte, acompañado de adultos que sean referentes, puede generar factores protectores para evitar el desarrollo de conductas problemáticas en Niños, Niñas y Adolescentes (NNA). Si dejamos que la violencia siga corrompiendo los distintos entornos en los que se desenvuelve nuestra infancia, dejaremos que impere el lobo incorrecto.
Pero, ¿qué hacemos entonces? Aquí aparece con fuerza el concepto de prevención y formación de nuestros NNA. El respeto, la escucha activa, el reconocimiento de nuestras emociones y las de los demás, son conceptos que se aprenden y se enseñan, tal como se aprende y se enseña a sumar. En la formación de estas habilidades nos jugamos el futuro de nuestro país.
La bibliografía señala que cuando hay acompañamiento a los apoderados, éstos pueden convertirse en agentes de cambio y asumir una crianza más empoderada, lo que tiene efectos determinantes en el desarrollo de habilidades socioemocionales de nuestros Niños, Niñas y Adolescentes.
En consecuencia, impulsar una oferta programática cuyo foco esté dirigido en una vida saludable, que releve el vínculo afectivo y entregue espacios para el esparcimiento, a través del deporte, debe ser una alternativa para incidir en el desarrollo positivo de la infancia.
La urgencia nos llama a priorizar nuestras acciones. La prevención de conductas problemáticas es el camino que no podemos volver a hipotecar. La violencia debe ser desterrada, es un camino que sólo nos puede llevar a más violencia y no estamos en condiciones para dejar que impere el lobo incorrecto. Miremos la evidencia, observemos aquellas experiencias que sabemos que funcionan, sólo así alimentaremos al lobo correcto, todos juntos, para construir un mejor país.
Por Raúl Perry, gerente de programas de Fundación San Carlos de Maipo, y Rosario Donoso, directora de Deportes de Fundación Luksic.
Fuente: La Tercera.